¿Qué está ocurriendo con mi forma de ver las cosas?
Recuerdo con claridad el momento en que empecé a cuestionar algo que había dado por sentado durante mucho tiempo: ¿cuál era el verdadero beneficio de ser una buena persona? Era un pensamiento que me hacía sentir horrible, casi como si estuviera traicionando un código no escrito que todos parecían seguir. La realidad es que estaba cansada de ser “la buena”, de hacer cosas que provocaran felicidad y alivio en los demás, mientras yo me sentía drenada, agotada, y a veces, dolía tanto mi cuerpo como mi corazón.
Me enojaba conmigo misma porque, a pesar de todo, no sabía cómo expresar lo que sentía. Las lágrimas a menudo llegaban en silencio, como una forma de desahogo, pero siempre me aseguraba de que nadie se diera cuenta. ¿Quién iba a entender que cuestionar la bondad podía ser una lucha interna tan desgastante? En mi mente, la respuesta era clara: tenías que ser buena porque era lo correcto y punto. Pero mientras más intentaba aferrarme a esa idea, más persistente se hacía la sensación de que había algo que no encajaba.
Con el tiempo, comencé a indagar en mis pensamientos. Me di cuenta de que ser “buena persona” en nuestra sociedad significa estar siempre disponible, abierta y atenta. Es desear lo mejor para los demás y actuar en consecuencia. En ese momento, todo se volvió más claro: me había perdido ante el deseo y la necesidad de los otros. Para poder actuar en consecuencia, me había vuelto invisible, restando importancia a mis propios deseos y necesidades. Primero era “buena” y luego “persona”. Al final, mis propias necesidades quedaban en un segundo plano, y el turno de atenderme a mí misma nunca llegaba. Era tan buena que seguía esperando que los demás en algún momento priorizaran mis necesidades, pero, claro, ellos tenían demasiado con las propias.
Hoy puedo decir que, aunque es cierto que parte de nuestra misión es colaborar, acompañar e inspirar a los demás, esto debe hacerse desde un lugar de autenticidad. Cambié el orden de las palabras en mi mente: primero soy “persona” y luego “buena”. Este simple cambio de perspectiva me trajo un alivio inmenso. Me di cuenta de que no puedo brindar a nadie lo que no soy capaz de darme a mí misma. ¿Cómo puedo ser una fuente inagotable de amor si no he sido capaz de amarme, respetarme, escucharme y darme el espacio necesario para sanar y reponerme? La única responsable de darme cuenta y cambiar esta dinámica era yo misma.
Aprendí que era fundamental poner límites, no sobre exigirme por cumplir con todo lo que se me pedía. Tenía que aprender a elegir qué sí y qué no. Decir “no puedo”, “no quiero” o “no sé” se volvió esencial para mi bienestar, y lo más importante: hacerlo sin culpa y sin remordimiento. Porque cuando me amo incondicionalmente, ese amor se expande y puede tocar los corazones de muchas más personas, inspirándolas a recordar que también tienen ese poder dentro y que son capaces de lograr todo lo que se propongan a partir de él.
Para dar esos primeros pasos es necesario conocerse en profundidad. Debemos dejar de poner la atención solo en el afuera y comenzar a mirarnos dentro. Es un proceso que puede resultar intimidante, pero animarse a tomar esa nueva percepción que aparece ante nosotros es fundamental. Es como poner luz en un cuarto oscuro; de repente, puedes ver las cosas con claridad y comenzar a ordenar cada cosa en su lugar. Así, podrás ir de forma más liviana y clara por la vida, eligiendo aquello que te haga vibrar en una mejor versión de tu SER y vivir en mayor plenitud. Eso es, al final, amarte.
Así que, si te encuentras en una encrucijada similar, te animo a que te tomes un tiempo para reflexionar sobre tus propias necesidades y deseos. No tengas miedo de cuestionar lo que te han enseñado sobre ser “bueno”. Recuerda que ser auténtico es el primer paso hacia una vida más plena y significativa. No olvides que, al final del día, tu bienestar es tan importante como el de cualquier otra persona. Al cuidarte y amarte, no solo te beneficias a ti misma, sino que también inspiras a otros a hacer lo mismo. ¡Así que adelante, empieza a brillar desde adentro!
Con amor y gratitud.
Romi
Si es la primera vez que me lees, te doy la bienvenida a mi templo holístico La Madre Rosa.
Como escritora mística, canalizadora, experta en iluminación y alquimista de vida, mi labor es guiarte a través de diferentes procesos de sanación y renacimiento, para que florezcas en tu esencia más pura y auténtica. 🌺✨
Prepárate para inspirarte, crecer y descubrir la magia que llevas dentro.
¡Tu aventura hacia el bienestar y la conexión comienza aquí!
¿Estás lista para dar el paso hacia la libertad y la expansión en tu vida? 💫💕
¡Te espero con los brazos abiertos!